Las discusiones (en el buen sentido de la palabra, como diálogos e intercambios de opiniones) tienen dos posibles finales: El primero es en el cual una de las partes logra imponer o fortalecer su punto de vista por sobre el del otro; en otras palabras lo convence. El otro final, el que generalmente corresponde a las charlas sobre religión y/o política, es el que no tiene resolución, porque ninguna de las partes está dispuesta a entender el mensaje o las proposiciones del otro.
Me encuentro más de una vez en conversaciones o discusiones que tienen como eje la existencia de Dios (mejor dicho las probabilidades de existencia de este). Casualemente es uno de los temas que más disfruto, al mismo tiempo de ser uno de los menos recomendados para tener en reuniones sociales y sobre el que recomiendan no discutir.
Encontré sin embargo una forma de establecer una diferencia escencial para marcar mi punto de vista en cuanto a este tema. Siempre digo que me resulta dificil creer en la existencia de Dios y que al mismo tiempo no puedo refutar su existencia; no solo porque no tengo el conocimiento necesario, si no también porque no la descarto totalmente. Aqui, el creyente interlocutor cree haber triunfado: Su Dios existe y yo soy un hereje de mierda.
Pero luego de una breve pausa continuo con mi cuasi-monólogo: "En lo que no creo es en ese tipo de barba al que todos le piden cosas (que raramente cumple). Se me hace muy dificil creer en un Dios personal. De existir esa cosa que algunos eligen llamar "dios" es muy poco probable que tenga algún tipo de entidad. Con esto quiero decir que ese "ser supremo" es justamente eso: un ser que solamente ES y al que nuestros actos, nuestros pensamientos, nuestras energias sólo lo modifican muy levemente, porque somos una pequeña parte comparada con eso."
"Eso en lo que algunos creen no es más que una imagen fortalecida por las instituciones religiosas. La espiritualidad va mucho más allá de unos 10 mandamientos o de un libraco con historias fantásticas, creo que tiene que ver con una postura ante la vida y que para llegar a esa conclusión no son necesarias las religiones. Esas cosas fueron las reglas y las formas de explicar el mundo para hombres que sabían muy poco de lo que pasaba a su alrededor"
No descarto la existe de algo parecido a un dios ser supremo, inentendible y mucho menos explicable de lo que imaginamos. Ahora bien, lo que no voy a creer es esa historia del tipo rojo con cuernitos y tridente. Por eso me sigo portando lo peor posible.
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