8.6.10

La pluma mágica

Teniendo en cuenta que era un joven de clase media y que había dejado la casa de sus padres hace no mucho tiempo (unos meses después de tener su título universitario), hasta ese momento la vida de Diego se desarrolló normalmente; digamos que no hubo ningún incidente extraño en sus 27 años de vida; hubo familia, amigos de a ratos y de la vida, novias en sus más variadas formas, muertes inesperadas, bebes impredecibles, revoluciones, periodos negros, experiencias extrañas; lo que se dice una vida común y corriente. Poco sabía él sobre la probabilidad de que uno de los personajes de su primera novela se convertiría en un ser humano real, como esos que andan por cualquier avenida.

Tiempo después, cuando la fama ya era algo común sus admiradores decían que a este escritor era muy normal verlo pasear por alguna plaza con Juan, ese niño tan distinto que en alguna vez entendió por primera vez que era el amor. Estaban también aquellos que, con afán de encontrarse con este fenómeno de la literatura, se empecinaban en buscar bares como los que gustaban a Helena, la melancólica jovén que, como todos sabían, había viajado a Buenos Aires para ser actriz.

Al principio ni él supo explicarlo y hacía el final ya a nadie le importó como fue que sucedió pero (aunque no era lo primero que escribía) supo desde ese momento que nada sería igual, porque desde ese día sus personajes lo seguirían hasta el final de su carrera. Muchos intentaron analizar y explicar que era lo que ocurría con sus palabras pero pronto descubrieron que los personajes solo eran visibles cuando estaban junto a Diego y que cuando alguien trataba de seguirlos de alguna misteriosa forma se perdían en multitudes, esquinas y puertas que no volvían a abrir.

Lo que más impresionaba a la gente era la posiblidad de encontrarse con alguna creación para poder hacerle alguna pregunta y quizás para mirarlo directamente a los ojos para luego darse cuenta que era tal cual como la descripción del relato en cuestión decía. Miles de preguntas, todas contestadas por seres que eran reales a la vista, pero que nunca pudieron ser realmente comprobados ya que nunca dieron entevistas ni se dejaron ser examinados por grupos de expertos científicos. Poco a poco la fama de sus personajes se fue extendiendo y sus escritos y el mismo Diego pasaron a segundo plano.

Lo cierto es que nunca dejo de escribir, nunca dejaron de aparecer personajes nuevos, y finalmente logró crear algunos personajes a partir de cuentos, pero estos personajes generalmente eran objetos que no podían abandonar su casa. Tiempo después de la muerte de este escritor algunos aseguraron que Anselmo, su fiel perro y amigo, era en realidad la consecuencia de uno de sus poemas más conocidos, porque aunque este estuvo a su lado hasta sus últimos segundos nunca nadie más pudo verlo.

A medida que su popularidad aumentó creció también la cantidad de gente que quería saber de todo lo que sucedía. Así poco a poco Diego se encontró rodeado de gente; cada vez que paseaba al perro por la calle o cuando intentaba salir de compras. "¿Usted es ese escritor, no es cierto?" le preguntaban y el no hacía más que asentir con la cabeza o con los ojos, luego las miradas iban hacia todos los lectores que lo seguían con la esperanza de encontrarse con algun personaje (de los buenos y de las antítesis)

El asedio terminó agobiando a este fantástico escritor y nunca más se lo volvió a ver, ni a él y ni a sus personajes. Nunca se pudo decir que murió en soledad, todos imaginaron que en sus últimas horas todos sus personajes estaban con él, y así lo dieron por hecho. El 16 de Septiembre las autoridades locales no pudieron encontrar nada cuando entraron al departamento. Una carta (envíada desde otro país, con tres días de anticipación) alerto a las autoridades para realizar un control sobre el edificio. Solo pudieron rescatar pocas cosas de su hogar, una birome, hojas, algunas sillas, elementos de cocina y un manuscrito con la historia de un escritor llamado Diego que era asesinado por uno de los personajes de su novela.